Pinya Colada Adventure 09

Dues cullerades de ganes, un rajolí de curiositat, un polsí d'enginy, un terròs d'energia, una part de Jaume, una part de Leire... i remenar amb molt d'amor. Bon viatge!

Dos cucharadas de ganas, un chorrito de curiosidad, una pizca de ingenio, un terrón de energía, una parte de Jaume, una parte de Leire... y revolver con mucho amor. Buen viaje!

viernes, 28 de mayo de 2010

Santiago de los Caballeros


Entre Cuba y Nueva York tuvimos tiempo de visitar Santiago, una ciudad por la que habíamos pasado cuando fuimos en Navidad a Monte Cristi, pero que no habíamos podido conocer a fondo. A parte de su Monumento a los Héroes de la Restauración que se divisa desde toda la ciudad, tiene el Centro Cultural León, del cual nos habían hablado muy bien, y teníamos muchas ganas de conocer.
Y así fue: llamamos a Ramón Elias (a Ramón le hemos conocido en Santo Domingo y nos ha dado muchas indicaciones tanto para Cuba como para NYC y por estas fechas estaba trabajando en Santiago en la campaña electoral), y enseguida él se ofreció a venirnos a buscar, llevarnos de aquí para allá, y dejarnos dormir en su apartamento. Y eso no fue todo, además nos llevó de excursión a una de las playas en Puerto Plata!!!
Así que tomamos un Caribe Tours de Santo Domingo a Santiago donde pasamos sólo 24 horas más o menos, pero a las que le sacamos mucho jugo: comimos en un vegetariano buenísimo con Ramón Elias, visitamos el Centro León, que nos maravilló, dimos un paseo por la ciudad, cenamos junto al Monumento desde el que pudimos divisar toda la ciudad, nos metimos en un club de billar a jugar y nos tomamos como no, unas Presidente heladas... vamos de todo un poco.
Nos quedamos fascinados con lo diferente que es Santiago con el resto de ciudades que hemos podido conocer, hay muchas zonas verdes, muchos paseos y la ciudad parece más tranquila y sosegada que la capital. Además el Centro León, parece sacado de una ciudad europea y metido en medio Santiago, c0n un jardín impresionante que lo rodea y una infraestructura y programas de envidiar (http://www.centroleon.org.do/) En la terraza del museo nos tomamos un café tan tranquilamente escuchando música jazz y soñando en que algún día, todo el país tome nota de esta ciudad ejemplar.
Ya al día siguiente, nos levantamos prontísimo y para la playa! Puerto Plata! Aquí, fue un poco complicado llegar, nos perdimos, Jaume manejó 30 segundos un carro automático, no había manera de llegar a la playa, ...pero al final 2 horas después lo logramos, y ese baño nos dio a los tres toda la energía que habíamos perdido por el camino.
Así, encantados de la vida, nos volvimos a la ciudad y de ahí de vuelta a Santo Domingo. Intenso intenso, ahí comenzaba el turismo extremo, que luego seguiría por todo NYC, jejeje.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Cuba - Habana


Era un lugar que queríamos visitar, estaba en nuestros planes de viaje, pero no nos imaginamos que nos cautivaría de la manera que lo ha hecho.
Llegamos sobre las 5 de la tarde, y en el viaje del aeropuerto a la ciudad ya nos fuimos percatando de que era un país peculiar. Y cuando, después de acomodarnos en el piso donde nos alojamos, salimos a dar una vuelta, parecíamos tontitos: se podía caminar, casi no había ruido, pocos coches, nada de bachata en cada esquina, miles de gentes por las calles, carros viejos preciosos, edificios alucinantes, calles limpísimas...y un mojito en los Jardines del Hotel Nacional mirando al Malecón y a la ciudad, nos llevaron a la gloria. Un gran comienzo.
Y cada día ha sido un descubrimiento: salir del apartamento, coger un carro de los años 50 rumbo a Centro Habana o Habana Vieja, y habanear y habanear, descubriendo algo precioso en cada rincón, en cada esquina, disfrutando a cada paso, deleitándonos con unos cafés cubanos eternos en la Plaza Vieja (hemos metido horas alla!), perdiéndonos por entre edificios coloniales exuberantes, llenos de museos de todo tipo,  grandes portales que esconden escalinatas y patios interiores...

Todo un museo en movimiento y con vida propia acompañado por un banda sonora de alto nivel. Estéticamente precioso si, pero y los cubanos? La primera reacción es la de una gente sonriente, alegre, amable, servicial, contenta de su estatus, pero a medida que van pasando los días y empiezas a tomar contacto con la realidad, te das cuenta de que no es oro todo lo que luce. Y no me extraña, las dificultades diarias para subsistir pero sobretodo para ser uno mismo, les convierten en seres sin demasiadas inquietudes y con poca iniciativa. Para que molestarse en ser algo si te lo van a quitar o te van a impedir que sigas con ello. Para que preocuparse por ir más allá si nadie te lo va a agradecer ni va a ser compensado. Una situación extraña que aterra a los propios cubanos y que hace de este país un país tan especial y a la vez tan diferente a lo hasta ahora conocido por nosotros.

Todo el mundo está pendiente del que pasará después, pero el después parece nunca llegar.


Con toda esta situación, nos embarcamos en un autobús que después de seis horas de viaje nos llevó a Trinidad, una pequeña ciudad anclada en los años 60 donde hasta las propias casas son piezas de museo. Allí la vida también está para y por el turista, nada más llegar, un enjambre de propietarios de casas particulares se nos abalanzó ofreciéndonos su estupenda casa o su comida. A nosotros que no nos gusta que nos persigan. Pero suerte que ya veníamos con una casa reservada y fuimos directos a acomodarnos. Poco nos quedó por hacer el primer día después del largo viaje, y nos dedicamos a pasear por entre las casas coloniales y a informarnos para el alquiler de bicicletas. Y al día siguiente, eso hicimos, mochilita en mano, cargados de agua, nos pillamos un par de biclas y nos fuimos hasta Playa Ancón pasando por La Boca. Un agradable paseo de 12 km hacia la costa que nos dejó calados por la lluvia que cayó. Pero aun así, fue de lo más interesante perderse por entre caminos llenos de cangrejos gigantes, por entre playas desiertas alrededor de una bahía que nos recordó al Delte de l'Ebre. Una vuelta en subida un poco dura nos abrió el hambre que fulminamos comiendo pizeta cubana a 10 pesos nacionales en la panadería del pueblo. Y al día siguiente, después de recorrernos toda Trinidad, 6 horas más de autobús de vuelta a la capital, para Habanear de nuevo por entre sus calles y terminar de ver los rincones de esta preciosa ciudad.